Tanto La Casita de Albino como Larcade son mucho más que dos alojamientos rurales: son la expresión de una forma única de entender el mundo, construida desde la neurodivergencia. Este proyecto nace de la experiencia personal de sus creadores, personas con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), AACC (Altas Capacidades) y TEA (Trastorno del Espectro Autista), que han sabido transformar lo que a menudo se etiqueta como “diferente” en algo profundamente valioso y creativo.
Cada detalle de estas casas refleja una sensibilidad especial. Nada está puesto al azar. Todo tiene un propósito, una intención, un mensaje. La Casita de Albino, con su aire rústico y su fidelidad a los materiales originales, invita a la calma, al recogimiento, a la conexión con lo esencial. Es un refugio que respira historia, autenticidad y respeto por el pasado. Larcade, en cambio, es una explosión de creatividad, color y juego. Es un homenaje a lo inesperado, a lo divertido, a lo que rompe moldes sin perder sentido ni equilibrio.
Una experiencia única para los sentidos
Este proyecto no sigue manuales ni fórmulas del turismo rural al uso. Ha sido creado desde una mirada propia, con una atención especial al detalle, al ambiente, a las sensaciones que los espacios pueden despertar. Tanto es así que quienes se alojan en alguna de estas casas no solo descansan: viven una experiencia diferente, que toca lo emocional y lo sensorial, más allá de lo estético.
En un momento en el que la salud mental y la diversidad neurocognitiva empiezan, por fin, a ocupar el lugar que merecen en el debate social, proyectos como este cobran aún más sentido. Porque visibilizan que las capacidades diferentes no son un límite, sino una fuente poderosa de creatividad, autenticidad y visión.
Estas casas no solo ofrecen alojamiento; cuentan una historia. Son el ejemplo real de que se puede emprender, crear, construir algo bello y funcional desde la diferencia. Y eso, en un mundo donde a menudo se premia lo uniforme, es algo profundamente inspirador.
La Casita de Albino y Larcade son, en definitiva, la prueba de que lo distinto también puede ser hermoso, útil y acogedor. Y que abrirse a esa diversidad es, sin duda, una forma más rica de viajar, de vivir… y de mirar el mundo.